Hola Papitos...Reflexionemos!




11 MANERAS EFECTIVAS DE DISCIPLINAR A UN NIÑO

La consistencia en reglas y rutinas es clave en la educación de un hijo. Maneras simples de lograrlo.

La disciplina es un marco de referencia para hacerle saber a los niños cuáles son sus límites. A través de ésta pueden organizarse en su vida cotidiana y aprenden a anticiparse a ciertas situaciones.

Las rutinas y las reglas son parte esencial de este proceso y son los padres a quienes les corresponde esta labor. Algo importante: si bien hay que actuar con firmeza esta no implica maltrato, brusquedad ni malas palabras. Los papás pueden sentir rabia, pero tienen que aprender a controlarse. Ante todo, el amor y el respeto.

Un niño se portal mal cuando no se siente importante y hay que mostrarle cómo se debe comportar en el mundo. Es vital buscar los motivos detrás de un mal comportamiento: es posible que el niño se sienta relegado, le falte atención o esté acostumbrado a que lo miren todo el tiempo.

La idea es que un pequeño se sienta protegido, no perseguido. Estas son 11 maneras de disciplinar a un infante entre los 2 y los 4 años de edad.

1. Firmeza. Cuando los padres dicen algo, deben estar preparados para actuar y cumplir. La consistencia es importante. Si afirman ‘es hora de dormir’, es necesario que acompañen su expresión con hechos: ayudar a ponerle la pijama, cepillarle los dientes y leerle un breve cuento al menor. Nunca deben gritar desde el otro cuarto. Es básico que el niño aprenda que las palabras vienen acompañadas de acciones.

2. Rutinas claras. Es clave que existan horarios para cada momento del día, entre ellos, las comidas principales, la hora de ir a acostarse, de levantarse o de bañarse. Hoy por hoy se ha comprobado que durante el tiempo que los padres dejan de establecer rutinas, los niños se vuelven más nerviosos, tienen mayores inconvenientes para dormir y son de difícil manejo.

Entre los 2 y 4 años de edad, los infantes aprenden todo lo que tienen que saber en la vida. Su cerebro está listo para recibir esta información. De allí la importancia de las rutinas.

3. Reglas. Un hogar funciona adecuadamente cuando se le explica al infante qué se espera de él, qué es adecuado y qué no. No hay que tener muchas pero tampoco muy pocas. Las de convivencia (no pegarle al hermano, por ejemplo), entre otras, son necesarias. Cuando no cumpla una regla, debe mostrársele que hizo algo inadecuado y que existen cosas que no se pueden aceptar. Todo comportamiento tiene consecuencias (‘le pegaste a tu mamá, así que en este momento no vas a estar con ella o 'como le dijiste palabras inapropiadas a tu papá, él no va a seguir jugando contigo por ahora').

4. Hablar sólo lo necesario. No hay que amenazar, más bien advertir. La advertencia es un aviso de que algo va a pasar. Si el niño hace una cosa que los padres no aprueban, estos deben hacérselo saber. Pueden aislarlo un tiempo (para que reflexione); si botó la comida, quitarle el plato o si le pegó al hermano, detenerle la mano y retirarlo del lugar. Nada de cantaletas: menos palabras y más acciones.

5. Pataletas, ¡ignórenlas!. No hay que asustarse. Sólo debe prestársele atención al menor cuando esté tranquilo. Mientras esto no suceda, no hay que mirarlo ni tocarlo. Puede decírsele: “En el momento en que te calmes, hablamos”.

6. Escogencias limitadas. Es necesario darle a escoger entre dos opciones y no múltiples. A esta edad, los pequeños tratan de hacer muchas cosas y es conveniente guiarlos. Cuándo existen únicamente dos posibilidades, es más fácil para un infante decidir: ¿quieres jugo o agua? ¿Deseas lavarte los dientes o ponerte la pijama?

7. Disciplina protectora. Se le retiran privilegios. “Este juguete se va a descansar un rato mientras te pones de acuerdo con tu hermano cómo se lo pueden turnar”.

8. Autonomía. Hay que estimularla. Una manera de hacerlo es motivar al pequeño a vestirse y a bañarse solo. Aquí es clave modelarle: ¡mira, así se ponen los zapatos!

9. Batallas que vale la pena luchar. Debe tenerse en cuenta que es clave priorizar ciertas conductas. ¿Qué es más importante, que el niño salude a los tíos o que no le pegue a la hermana? Si no se logra lo primero, hay que insistir en lo segundo que, en este caso, cobra mayor relevancia.

10. No abusar del NO. Los niños no entienden el mensaje sino la acción (¡No más, se acabó! y se le saca del sitio). Así mismo, cuando hagan algo positivo, es vital felicitarlos. Los pequeños necesitan mensajes de aprobación; es una manera de estimularlos.

11. Calidad vs. Cantidad. Debe dedicársele a cada hijo un tiempo individual y exclusivo. Se sentirá importante y se fortalecerá su autoestima. Es necesario, además, que el tiempo que se pase con el pequeño sea realmente divertido, sin interrupciones ni afanes.


Fallas comunes de los padres

Cuando no existe disciplina, los niños carecen de organización interna, no son eficientes, no cumplen, no saben planear una actividad, no saben organizarse y no tienen hábitos ni habilidades básicas para triunfar en la vida.

Con frecuencia, los padres cometen errores como:

Exceso de reglas. Se les va la mano y se vuelven ‘molestos’.

Pocas reglas. Son muy permisivos.

Ausencia de consistencia. Un día si y al otro no.

Culpa, mala consejera: con regalos tratan de comprar el afecto de sus hijos por la ausencia en el hogar. Grave error.

Cantaleta.

Preocuparse mucho o nada.

Un golpe o una palmada NUNCA educan: el niño aprende a obedecer sólo por miedo y no por convicción. La violencia NO permite que un infante interiorice una norma. Ante todo, disciplina con AMOR.

Asesoría: Annie de Acevedo, sicóloga, experta en temas de desarrollo y crianza. Autora de libros como ‘La buena crianza’ y ‘¿Qué hago con mis hijos?

Andrea Linares G.

Tomado de http://www.abcdelbebe.com/nino/24-48-meses/comportamiento/11-maneras-efectivas-de-disciplinar-un-nino
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DESCUBRA SI USTED ES UN PAPÁ "HELICÓPTERO"



Por: Karen Johana SánchezLunes, 30 Abril 2012 - 4:25pm
La sobreprotección escolar puede causar daños irreversibles más adelante

¿Pregunta diariamente en el colegio por las actividades que tiene su hijo? ¿Lo excusa cada vez que no hace una tarea o las hace por él? ¿Discute con los profesores cada vez que el colegio toma una decisión sobre el niño? ¿No permite que se encargue de sus objetos personales?
Atención, porque usted puede ser un ‘papá helicóptero’. Y claro, todos los padres tienen derecho a estar pendientes de sus hijos, ayudarlos en su desarrollo y acompañarlos en diversos procesos. Pero otra cosa es ser un adulto que ‘sobrevuela’ y monitorea a su hijo todo el tiempo; es sobreprotector, obsesivo e interventor excesivo en las diferentes áreas de la vida del niño, especialmente en sus estudios.
Es decir, son adultos que no dejan que el pequeño se desenvuelva en diversas actividades, cuando ya está en capacidad de hacerlo.
Este es un fenómeno que se presenta hace varios años, pero que los especialistas afirman que cada vez es más preocupante. Incluso, se ha llegado a determinar que algunos padres que tienen este comportamiento en la edad preescolar de sus hijos, pueden tenerlo hasta la etapa universitaria o laboral de estos.
Neil Montgomery es docente de la Escuela de Sicología de Universidad Keene State, Estados Unidos, y se encargó de entrevistar a 300 estudiantes jóvenes de primer año y concluyó que el 10 por ciento de los alumnos tiene ‘padres helicóptero’.
En Colombia, el Mostessori British School encontró que 15 por ciento de los padres tienen esta condición; el 5 son casos aún más extremos. Esta investigación se realizó el año pasado con profesores y directores de los grados de preescolar, algunos de primaria
baja y bachillerato.
Este estudio se hizo, según Claudia Díaz, directora de dicha institución, para evaluar el incremento de esta tendencia en nuestra sociedad que “tienen los padres de no responsabilizar a los estudiantes por lo que hacen”.

¿Por qué?
Según Liliana Andrea Valdez, sicóloga y coordinadora del área de preescolar del Montessori, generalmente sucede en los padres primerizos. Entonces, “quieren cuidarlos, ser los mejores padres; es una autoexigencia con ellos mismos de cumplir un reto que no habían tenido. No dejan que los niños experimenten ningún tipo de frustración, pues porque lo más importante para ellos es ser los mejores papás y que el niño sea completamente feliz”.
También puede suceder en aquellos papás que les ha costado mucho tener hijos o tienen bebés prematuros, añade la sicóloga Alejandra Bonilla.
Para el sicólogo Carlos Andrés Sierra Sierra, máster en educación de la Universidad Externado de Colombia, “la sobreprotección es un tipo de maltrato hacia el menor de edad, porque no permite su desarrollo como persona integral y no lo deja crecer de una manera armónica”.
Se debe aclarar que los padres se comportan como ‘helicópteros’ con un fin positivo. Es decir, no lo hacen por causar daños, sino que generalmente piensan que actúan así por el bienestar
de su hijo.

¿Cómo identificarlos?
Los papás helicópteros se pueden identificar en una simple conversación, afirma el sicólogo: “Cuando uno habla con ellos, conoce sus estilos de vida y las pautas de crianza; se detectan porque son adultos que no dejan solo al niño en ningún momento, ya estando en edad preescolar”.
Además, llegan al colegio sin aviso, debaten las decisiones de profesores y directivos, excusan al alumno cuando no hace tareas sin justa causa y, en ocasiones, acceden a sus caprichos.
Incluso, toman decisiones por él. “Obviamente hay que entender que, a esa edad, el niño puede tomar decisiones muy básicas, pero estos papás a veces ni preguntan”, aclara el especialista.
Además suelen estar preocupados por lo que le falta, por lo queno ha hecho o por lo que no tiene el pequeño. Esto, en vez de resaltar sus logros y progresos.
“También se identifican porque les incomoda cuando estamos formando la parte de autonomía en los alumnos. Por ejemplo, si les decimos que el niño tiene que llevar la maleta a tal parte o hacer alguna tarea, ellos sienten que está muy pequeño y que no le corresponde, sino que deben intervenir, sin dejar que su hijo se apropie del deber escolar”, dice la sicóloga Valdez.
Cabe anotar que los comportamientos de padres ‘helicóptero’ corresponden a casos extremos, como lo explica el sicólogo Sierra: “Los padres tienen todo el derecho a informar qué situación no le gusta en el colegio. Pero, en extremo, son exacerbados, critican todo y todo les parece malo sin evidencia. Exigen que el colegio haga lo que el niño quiere, cosa que sucede en la casa”.

Efectos en los niños
Aunque es una condición que puede ser situacional o momentánea, y puede desaparecer mientras los padres identifican las capacidades de sus pequeños, hay adultos que no toman cartas en el asunto y llegan a perjudicar a sus hijos hasta en su etapa adulta.
Desde pequeños, los niños son inseguros. Buscan autoafirmarse como sea; por tanto, pueden ser rebeldes en la adolescencia, dice Carlos Andrés Sierra: “Significa no hacer caso por el ‘quiero ser yo’: se manifiestan agresiva y no acertadamente porque se están buscando a sí mismos”.
No toman decisiones acordes a su edad y no son capaces de trabajar en grupo. Pueden ser, no siempre, niños retraídos o agresivos. Incluso, dice Sierra, precursores del matoneo, porque como los papás helicóptero generan maltrato, ellos también se pueden volver maltratadores y quieren manejar la vida de otros.
Tienen baja tolerancia a la frustración, no saben perder y presentan dificultades para asumir responsabilidades en el desarrollo de los autoesquemas, que son entendidos como la autoimagen, la autoestima y el autoconcepto. Esto es grave porque una persona que no se quiere,
no se desenvuelve.
En algunos momentos necesitarán de alguien que les diga qué hacer y qué está bien o no, entonces en sus relaciones futuras buscarán lo mismo, puntualiza Liliana Valdez.

El papel de...
Los padres:
• Aceptar su condición de sobreprotección.
• Permitirse conocer realmente cuáles son las capacidades del niño.
• Antes de emitir un juicio o angustiarse por un resultado académico o personal en el colegio, deben cuadrar citas con la profesora o, si es urgente, con la directora. Hay mecanismos establecidos por las instituciones para el diálogo.
• Si eligieron una institución escolar que va acorde con su método de crianza, deben confiar en ese lugar.
• Diferenciar entre acompañar al niño y hacer las cosas por él.
• Ver los esfuerzos de su hijo como un signo de independencia.
Las instituciones educativas:
• Concienciar a los adultos de cuál es la verdadera función del padre hoy: poner límites y normas, acompañar y, de acuerdo a la edad, dejarlo desarrollarse con autonomía.
• Hacer talleres para padres y salidas pedagógicas para los alumnos.
• Acompañar al niño, por parte del departamento de sicología, y protegerlo. En caso extremo, hacer una remisión a un sicólogo experto en pautas de crianza.
• Dialogar con el papá sobre la conducta igualitaria que se debe tener con los niños; es decir, explicarles por qué todos los alumnos se tratan igual.

Tomado de www.abcdelbebe.com

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ENSEÑANDO EL VALOR DE LA JUSTICIA:
Frases como “Eso no es Justo” son muy familiares al momento de la crianza de los niños. Ellos definen la justicia basados en sus propias necesidades y deseos en determinado momento. No por esto los padres deben ceder ante esta definición.
Si los niños comparan las reglas de sus casas con las de un amigo, los padres pueden explicarles que simplemente cada casa tiene sus propias reglas. Si embargo, déjeles saber que ustedes están dispuestos a escuchar como se sienten y que no por ello las reglas van  a cambiar. Recuerden que las reglas de cada casa no tienen por qué ser iguales aunque a ellos les parezcan injustas.

En situaciones de discusión entre hermanos, eviten ser el referee. Una forma de ayudarles es preguntando ¿Cuáles son algunas posibles reacciones a esta situación? Luego, juntos, pueden hacer una lista de algunas soluciones y luego decidir que camino tomar. Recuerden que los adultos somos modelo para los niños.

Según la edad de sus hijos, podemos actuar de diferente forma:

 3 – 4 años:Entre los tres y cuatro años, la razón es intuitiva, no lógica. Los niños tienen dificultades para entender las relaciones y las reglas o normas. Así, en su egocentrismo, ellos creen que lo “justo” es lo que ellos quieren. Los padres pueden intervenir creando diferentes alternativas para solucionar los conflictos, cambiando el “no” por el “sí” cada vez que sea posible. A esta edad se puede “negociar” con los niños para que hagan cosas que los padres esperan que hagan.
5 – 6 años: A esta edad empiezan a interesarse más por las reglas y a entender que las personas tienen derechos. Usualmente cooperan pero pueden responder negativamente ante la crítica y el castigo siendo groseros. Como padres pueden ayudar explicándoles el porqué de ciertos comportamientos. También se les puede animar a expresar verbalmente sus sentimientos en vez de reaccionar.

7 – 9 años: A esta edad pueden pensar mas acerca de las cosas, pero de igual forma piensan de forma concreta, no abstractamente ni en temas abstractos. Sin embargo empiezan a diferenciar el bien del mal. A medida que se vuelven más sociales, los juegos se vuelven más importantes, así que no siempre jueguen justamente y puede que intencionalmente rompan las reglas porque simplemente no pueden recordar dos cosas al tiempo: lo que quieren hacer y lo que deben hacer. Como padres pueden animar a los niños jugando con ellos y animándolos positivamente y de manera verbal cuando sigan las reglas del juego.

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El desarrollo en los primeros años de vida

El Departamento de Consejería busca el bienestar emocional de cada uno de los niños y niñas. Para ello, hay que tener en cuenta la etapa del desarrollo en la que cada uno de estos niños se encuentra para poder conocerlos y saber así lo que se espera de cada uno de ellos de acuerdo a su edad.
Es importante resaltar que durante el desarrollo de la personalidad, los niños pasan a través de unas etapas distintas y únicas que implican tareas básicas que se deben alcanzar. Sin embargo, cada una de las etapas presenta problemas y necesidades que cada niño en particular irá resolviendo a su debido tiempo. En otras palabras, aunque cada niño pase por cada una de las etapas, el tiempo que demore para resolver los diferentes conflictos en ellas varía de un niño a otro.
Así pues, se han dividido estas etapas teniendo en cuenta las características básicas de las edades de los niños y niñas, teniendo siempre presente que el tiempo de resolución varía de un niño a otro.

Primera etapa:  CONFIANZA CONTRA DESCONFIANZA
Durante el primer año de vida, el niño empieza a enfrentarse a diferentes situaciones, cuyo éxito tendrá un fuerte impacto en los desarrollos posteriores. Así, el niño se encuentra en un dilema de confiar o desconfiar de todas las personas y las cosas que están a su alrededor. El sentido de confianza se desarrollará si el niño está rodeado de un ambiente que le permita desarrollarlo y si las demandas son satisfechas sin que se enfrente a muchas frustraciones. Por el contrario, el ambiente de desconfianza se manifiesta si estas condiciones anteriormente mencionadas no se presentan y llevarán al niño a sentir una constante preocupación por el entorno que lo rodea, lo cual genera inseguridad y temor.
Siguiendo este orden de ideas, las necesidades y demandas del niño deben ser satisfechas en el momento y grado adecuados para poder fomentar el desarrollo de un ambiente de confianza que le de seguridad.

Segunda etapa: AUTONOMÍA CONTRA VERGÜENZA Y DUDA
Durante el proceso de desarrollo de habilidades, el niño desarrolla habilidades perceptuales y musculares y consigue así una autonomía de acción, la cual le permite actuar de manera independiente de sus padres o cuidadores. Con ello surgen dos formas de enfrentarse con su alrededor: aferrarse a las cosas y defenderse de ellas, las cuales son muestra de la voluntad en desarrollo. Esta etapa necesaria de crecimiento puede poner al niño en conflicto con la gente importante que lo rodea, ya que en ocasiones las demandas de él se oponen a las de sus padres o cuidadores debido a la inmadurez para discriminar el uso de las modalidades. Esta situación de evidencia en el entrenamiento del control de esfínteres, ya que frecuentemente el niño se rehúsa a cooperar con los deseos de la madre.
Así pues, como en esta etapa el niño no ha aprendido a evitar algunas situaciones, como por ejemplo la rabia que puede sentir la madre por la oposición de sus demandas, puede llevarlo a que cometa los mismos errores varias veces por ignorancia y los padres pueden interpretar esto como un desafío.

Tercera etapa: EDAD DE JUEGOS: INICIATIVA CONTRA CULPA
La necesidad de autonomía que se empieza a desarrollar desde la etapa anterior, toma más fuerza en esta etapa, ya que es más coordinada, espontánea y está dirigida a un objetivo. El mayor logro del niño es el de iniciativa y un fracaso en ella es interpretado como culpabilidad.
El niño logra realizar actividades como correr, saltar y caminar sin ningún esfuerzo, lo cual quiere decir que la energía es utilizada de una manera más eficiente que le permite jugar y trabajar por periodos de tiempo más largos.
En cuanto al desarrollo afectivo, el niño se interesa románticamente en su madre y la niña en su padre, ambos dedicados a cortejarlos. Asimismo empiezan a surgir la iniciativa sexual que los lleva a la exploración de sus cuerpos y la comparación con las personas de su mismo género y del género contrario.